Melia Chrysomallis

Alta, de 1'70cm, centímetro arriba centímetro abajo. Presenta un cuerpo delgado y esbelto, con curvas suaves y definidas, sabe que es lo que tiene y como usarlo para su beneficio sin dejarse utilizar como un juguete. Cabello oscuro que normalmente la gusta llevar suelto y que caiga por su espalda. De ojos azules claros, posee una mirada incitante a la par que profunda, son el espejo de su alma, segura de si misma, nunca pierde ese brillo desafiante. De tez muy pálida. Los rasgos de su rostro son similares a su aspecto inocente y débil, facciones finas y redondeadas junto a unos labios carnosos. Pero todo este aspecto angelical no es acorde a su personalidad.

Spoiler:

Ironica, completamente burlona hay pocas cosas que logren hacerla perder ese humor que posee. Y todo ello se debe a que hace lo que la apetece, sin tener en cuenta mas alla de lo que la apetece.
No suele pensar demasiado que ocurrirá con cada acto, disfruta con las situaciones al límite y aun mas saliendo de ellas. Todo lo que suponga un reto será algo a lo que nunca dirá que no, arriesgando fuerte siendo un placer máximo escabullirse. No la gustan las cosas fáciles, cree que es más importante la insinuación y el reto de conseguir algo que el simple hecho de cogerlo. Vive por y para sí sin que nadie la vea como una chica desprotegida, y conserva un férreo sentido del honor, si da su palabra hará lo que haga falta por cumplirla sin mirar donde se mete.
A primeras simpática y amable, sabe que a las moscas se las atrae más con miel. Calculadora y distante, no dará a conocer nada de sí misma que ella no quiera contar. Y si lo sabes... tienes los días contados... Ante todo se protegerá a sí misma, sin dejar que nadie más la conozca realmente, cuanto más muestre de su misma, sabe que más oportunidades da de ser herida.

No se fía de nadie únicamente porque tampoco pudo fiarse en su vida de nadie. Desde pequeña, su madre alcohólica y su padre apenas estaba por casa, tuvo que madurar antes de tiempo e intentaba en lo posible intentar ayudar en lo que fuera para solucionar aquella situación. La gustaba pensar que eso podía ocurrir algún día, pero solo era engañarse a sí misma.
Con el paso de los años su padre acabo por no volver a casa y su madre terminó en la cárcel cuando ella solamente tenía 16 años. Ni hermanos, ni cualquier otra familia, paso dos años hasta que fue mayor de edad en una casa de acogida y en cuanto pudo se independizó con lo que tenía puesto y se largo sin mirar atrás.
Desde entonces sigue viviendo sola y se defiende bastante bien ella sola, quizás puede parecer una chica normal y corriente, pero no deja entrar a nadie en su vida. “Si no le pones nombre, no le coges cariño.”