Perséphone

Persephone es una belleza, no así ha sido cortejada por la mayoría de dioses. Cabellos rubios cuan rayos de sol le llegan, ondeando, hasta la cintura. Ojos grandes y verdosos.
Su estatura es de un metro ochenta y nueve, y pesa unos cincuenta y ocho kilos. Le gusta hacer deporte y estar en forma, sabe que su hermosura es una arma, y no duda en usarla para conseguir lo que desea.
Sus movimientos son sensuales, cautivadores, y su voz suele ser la de una gatita en celo. Así es como consigue que su esposo haga lo que ella desee.
Cuando se enfada, sus ojos se vuelven rojos y su voz de ultratumba



Le gusta parecer dulce, inocente, pero en realidad es una máscara que oculta su carácter vengativo y manipulador.
Le encanta salirse con la suya, y está dispuesta a todo para conseguir lo que desea.
Ha tenido numerosos amantes, aunque siempre a escondidas de su celoso marido Hades.
Es raro que alguien toque su corazón de piedra.



Hija de Zeus y de Deméter.
Sin embargo, Perséfone no tenía una posición estable en el Olimpo. Solía vivir muy lejos de los demás dioses, siendo una diosa de la naturaleza anterior a plantar semillas y cultivar plantas.
Fue cortejada por los dioses Hermes, Ares, Apolo y Hefesto, pero Deméter rechazó todos sus regalos y alejó a su hija de la compañía de los dioses.
Un día Perséfone estaba cogiendo flores inocentemente con algunas ninfas en un campo en Enna cuando Hades apareció, emergiendo de una grieta del suelo y la secuestró.
Las ninfas fueron transformadas en las Sirenas por no haber intervenido. La vida quedó paralizada mientras la desolada Deméter (diosa de la Tierra) buscaba por todas partes a su hija perdida. Helios, el sol, que todo lo ve, terminó por contarle lo que había pasado.
Finalmente, Zeus no pudo aguantar más la agonía de la tierra y obligó a Hades a devolver a Perséfone, enviando a Hermes para rescatarla. La única condición que se puso para liberar a Perséfone fue que no probase bocado en todo el trayecto, pero Hades la engañó para que comiese seis semillas de granada, que la obligaban a volver cada año un mes por cada semilla.
Así se convirtió en la Reina del Inframundo y únicamente demostró clemencia una vez, con Orfeo, tras ablandarse con su música triste.